La colmna de Raúl Soriano: El clásico se defiende en la cancha y en la grada


El clásico se defiende en la cancha y en la grada


RAUL SORIANO | @rausoj | COLUMNISTA 


Luego que el tema del “Clásico Nacional” se volviera a poner sobre la mesa, a raíz de las felicitaciones que tanto el Águila como el FAS se hicieran mutuamente a través de redes sociales, es necesario que estos equipos, y sus aficiones, hagan un examen de conciencia para volverle a dar el brillo que inevitablemente este partido ha perdido a lo largo del tiempo.
No es el objetivo de esta columna establecer cuál es y cuál no es el clásico en la Liga Mayor, si no,  más bien, hacer un análisis a partir de los últimos partidos que estos equipos han disputado, las circunstancias que lo han rodeado y, por supuesto, cómo otros juegos han ido robándole protagonismo con el paso de los años.
Hablemos primero de lo futbolístico tomando como parámetro los partidos que estos equipos han disputado desde el Apertura 2012, donde se han medido en 28 oportunidades, con siete victorias para el FAS, cinco para el Águila, y la soporífera cantidad de 16 empates.
Le pongo ese calificativo porque ninguno de estos ha sido algún empate a tres o cuatro goles, ni siquiera a dos, que incluyera remontadas épicas o duelos goleadores de uno u otro equipo, por el contrario, nos encontramos que de esos juegos, nueve han sido por marcador de 0-0 y siete por 1-1, todos fácilmente olvidables.
En las victorias tampoco hay mucho que contar. De los siete juegos que han ganado los tigrillos, cuatro han sido apenas por 1-0, dos con marcador de 2-1 y uno por 2-0, mientras que de las cinco victorias emplumadas, tres han sido por 1-0 también, y las otras dos por 2-0 y 2-1. Claramente, los goles no son el principal atractivo de estos partidos.
Ni siquiera las tres veces que se han visto la cara en fase final en estos seis años han levantado este partido. En la semifinal del Apertura 2014, avanzó el Águila con global de 1-0 tras ganar el partido de vuelta con ese marcador; en los cuartos de final del Apertura 2016, avanzó el Águila con global de 3-1 tras empatar en la ida por 1-1 y vencer en Santa Rosa de Lima por 2-0; el último antecedente fueron los cuartos de final del torneo pasado donde los occidentales accedieron a la siguiente instancia por su mejor posición en la tabla, luego de haber igualado 1-1 en ambos cotejos.
Ahora refirámonos al interés que el público le pone a este partido, me refiero al interés real, el de asistencia de público al estadio, y no a la llamativa forma de imponer el clásico en redes sociales, con más animo de exclusión a otros equipos que de sentida rivalidad, como si se tratara de elegir al hermano favorito y no a un antagonista.
Bien, de 11 torneos que hemos tomado en cuenta, sólo en una ocasión el partido entre estos equipos ha sido el más visto de la fase regular, sucedió en el Apertura 2014 cuando en el estadio Juan Francisco Barraza, 5,375 personas fueron a ver un 0-0 (para variar) entre estos equipos.

Exceptuando los partidos de fase final, el que más público ha convocado es el del Apertura 2013 en el estadio Óscar Quiteño, con una asistencia de 6,962 aficionados, en el que el FAS vencería por la mínima al Águila.
Es muy complicado que se diga que este es el partido que capta la atención del país (por eso se llaman nacionales a dichos clásicos), cuando en los últimos años no llegan ni siquiera a convocar a siete mil personas en adelante, e incluso hemos visto ambientes deprimentes de 2,131 personas como en el Clausura 2016.
Tampoco es válida la excusa más sonada del año pasado, que ambos equipos tuvieron que exiliarse en el Cuscatlán, pues si en realidad es “nacional”, tienen la obligación de llenar cualquier escenario, como lo hacen Boca y River en los torneos de verano argentinos que juegan fuera de Buenos Aires a estadio lleno, o las giras que el Real Madrid y Barcelona hacen en los Estados Unidos con un éxito taquillero. En un país pequeño, que dos equipos con supuesta convocatoria en todo el país jueguen en la capital, y no cumplan con las expectativas, poner esa excusa no es creíble.
A propósito, de esos 11 torneos el que ha sido siete veces el partido más visto de la fase regular es el que protagonizan el Alianza y el FAS, seis en el Cuscatlán y uno en el Quiteño, uno de ellos superando los diez mil aficionados (14,163 en el Clausura 2013, un 3-2  a favor del Alianza donde si hubo remontadas y volteretas), los otros partidos que fueron los más vistos son el FAS-Águila arriba mencionado, dos veces un Alianza-Águila y el Alianza-UES del Apertura 2015.

Estamos acostumbrados a ver para los Alianza-FAS una nutrida asistencia de público (el de este torneo fue de 10,047), especialmente en el Cuscatlán donde, por supuesto, el Alianza pone una gran cantidad de público pero el FAS trae un sobresaliente grupo de aficionados, y es posiblemente, el juego donde haya mayor cantidad de afición visitante en los últimos tiempos.
Habría que preguntarle a la gente del FAS por qué razón prefiere colmar una cancha ajena ante un rival que dice no es tradicional, y no llenar sus propias gradas ante el equipo que ahora hasta institucionalmente vocifera es el único que reconoce.
Dicho esto, la recomendación sería que en lugar de escribir tuits diciendo que el clásico sólo es uno, hacer encuestas inútiles cada vez que se asoma un partido importante, o unirse en una sola voz para defender dicho partido en lugar de renacer una rivalidad que en la cancha se está palideciendo, la mejor forma de defender ese clásico es en primer lugar, brindando partidos que sean dignos de recordar por parte de los aficionados.

Por parte de la gente, la mejor forma de justificarlo es colmando los graderíos jueguen donde jueguen, dándole el ambiente que se merece.
Pero por ahora, parecen estar más preocupados por el mote que por el verdadero significado de este tipo de partidos

RAUL SORIANO | @rausoj | COLUMNISTA 




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